En absoluto sería lo que soy sin el café. ¡Qué bobada! diréis vosotros, pero no es así. Nunca salgo de casa sin haber tomado una buena taza de café, sólo, oscuro como mis pecados, y bien amargo, para ir preparando mi cuerpo a lo que se avecina. Un café aromático, que me permita unos instantes de abstracción, de fantasía. Un café brillante, que pueda mirarlo, verme reflejado y…tál vez, discernir los caminos que se muestran ante mi.
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¡Por favor, olvidénse, si pueden, de la publicidad y nunca lo tomen en un vaso de cartón, por muy reciclable que sea!
Fotografías © NORMAN TACCHI