banco de memoria
Todas las entradas etiquetadas como banco de memoria
PAVEL ERMAKOV
(Ермаков Павел). Novgorodskaya, Russian Federation
Fotógrafo y retocador. Fotografías de moda, belleza y pruebas de modelos. Muchas fotografías en los distintos sitios web habituales.
https://35photo.pro/ermakovpavel/
https://www.behance.net/ermakovph
https://vk.com/ermakovph
Algunas de ellas merece la pena incluirlas en este cuaderno (contraluces de modelos perfiladas por la luz que entra por la ventana, fotografías intimistas, algunos retratos…). Las demás quedan para los editoriales de las revistas de moda al uso.
Addendum: No tiene nada que ver con las fotografías de PAVEL ERMAKOV, pero necesito incluir aquí esta canción memorable de Luis Eduardo Aute (D.E.P.)
«Sin Tu Latido» · Luis Eduardo Aute
Álbum Cuerpo a Cuerpo
℗ 1984 Sony Music Entertainment España, S.L.
Released on: 1984-04-05
Producer: Julio Palacios
Arranger: Luis Mendo
Arranger: Suburbano
Fotografía de ANTÓN CHROMA
Entrada relacionada: FOOT FETISH
MATHIEU VLADIMIR ALLIARD
«La femme blessé«
Mathieu Vladimir Alliard es un fotógrafo francés que desarrolla tanto su trabajo de realizador y de director artístico como su papel de fundador y editor-jefe del libro/revista VANDALS, una visión radicalmente narrativa, brutal y lo más cerca posible de la realidad de nuestras vidas…irrigado de una profunda cultura musical y cinematográfica
Otros trabajos de Mathieu Vladimir Alliard en el archivo adjunto
Bajo la lluvia yo te encontré,
sentada en un rincón obscuro,
titiritabas de frio y de miedo,
llorando tristemente y con desconsuelo.
Me acerqué hacia ti,
y en tu rostro se dibujaban inmensas huellas,
esas huellas de tristeza y soledad;
y los grotescos golpes de la vida
que me dejaron sin hablar.
Ven, susurre, no tengas miedo,
solo quiero secar tu rostro, y si pudiera,
también borrar tu sufrimiento.
Que tu triste alma y corazón tal vez
están sintiendo, y que quizás tus heridas
aún estén frescas y sangrando.
Acércate, no temas, que yo cuidaré de ti.
te llevaré conmigo siempre, tomado de mi mano,
y te pondré en un lugar seguro,
donde nunca más vuelvas a llorar,
donde nunca más vuelvas a sufrir,
donde nunca más tu corazón tenga más dolor
Rosas y Espinas (Jorge Banda)
Pero no… sólo era un sueño
Cerca de los puentes de Madison County están esparcidas las cenizas de dos seres que se conocieron durante tres días y se amaron hasta la muerte: Francesca Johnson y Robert Kincaid. El destino los unió cuando ambos habían rebasado los cuarenta. Ella, casada y con dos hijos, llevando una plácida existencia; él, un fotógrafo de vida nómada, tan libre y generoso como para respetar sin más las decisiones ajenas. Entre ellos nació un amor corto como una tarde de otoño pero tan profundo como las raíces de un árbol que hubieran cavado hondo en la tierra… Así nos lo cuenta Robert James Waller, a la vez que nos devuelve el gusto de saber que la pasión no tiene edad. La película basada en Los puentes de Madison County fue llevada al cine en 1995, bajo la dirección y protagonismo de Clint Eastwood, acompañado de Meryl Streep, Curiosamente, el mejor melodrama romántico de las últimas décadas no está protagonizado por guapos adolescentes padeciendo mal de amores banales, sino por dos maduros actores que nos regalan una historia de amor conmovedora, sorprendentemente real y de una sutileza mérito del clasicismo del mejor Eastwood-director.
Grandeza e intensidad emocional en esa escena final, en la que el duro Clint Eastwood llora de amor bajo la lluvia mientras la mano de Meryl Streep duda entre abrir la puerta a una nueva vida… La explicación surge en la escena siguiente.
Alguién tuvo la magnífica idea de mezclar escenas de esta película con la canción de Cat Stevens «Where Are You». La combinación resulta perfecta
Sé que pienso demasiado,
Pero no me está ayudando,
Sino que hace que todo se ponga peor
Mientras más pienso,
Mientras más sé
Más siento como me hiere
Sólo con la soledad me encuentro como con un amigo
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Quizás ella esté sentada sola mirando hacia la tormenta.
Ella sabe que la deseo y sabe que siempre estaré…
Cómo puedo vivir sin el amor que no puedo ver.
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Sé que hay alguien ahí,
Siento su aliento
Detrás del silencio de la oscuridad,
Pero sé que no veré nada
Hasta que abramos juntos nuestros ojos
Y ella me verá a mí
¡Y qué momento será ese!
Y ella se ve tan liviana
Podría volar con ella a través de la noche
Sé que pienso demasiado
Y que eso no ayuda mucho
sólo conduce a mostrar que nunca se siente nostalgia
Por lo que no conoces.
Pero te he amado desde el momento en que nos conocimos.
Te amo,
Yo te amo,
Pero ¿dónde estás?
Me diste el beso que es como… El beso de la vida
«Kiss of Life» es una canción de Sade de su cuarto álbum de estudio, Love Deluxe (1992). Fue escrita por Sade Adu, Stuart Matthewman, Andrew Hale y Paul S. Denman, y producida por su banda (Pride) y Mike Pela.
La canción fue lanzada como tercer single del álbum el 26 de abril de 1993. Alcanzó el número 44 en la lista de singles del Reino Unido y el número 78 en el Billboard Hot 100 de los EE.UU., mientras que se convirtió en el séptimo single de Sade en el top 10 de la lista de Billboard Hot R&B/Hip-Hop Songs, alcanzando el número 10.
«Mira… el cielo está lleno de amor
El cielo está lleno de amor
Si… el cielo está lleno de amor
Me diste el beso de la vida
El beso de la vida
Me diste el beso que es como…
El beso de la vida
Me diste el beso de la vida
El beso de la vida
Me diste el beso que es como…
El beso de la vida
Me envolviste en…
El color del amor
Debe de haber venido un ángel
Que bajó desde arriba
A darme amor, sí…
Me diste el beso de la vida
El beso de la vida»
THE SANDPIPER dirigida por Vincente Minnelli
Título Original: The Sandpiper / Año: 1965 / País: Estados Unidos / Productora: Metro-Goldwyn-Mayer / Duración: 116 min. / Formato: Color
Guión: Dalton Trumbo, Michael Wilson/ Fotografía: Milton R. Krasner / Música: Johnny Mandel
Intérpretes: Elizabeth Taylor, Richard Burton, Eva Marie Saint, Charles Bronson, Robert Webber
Aun con excelentes resultados de taquilla (muy probablemente por el morbo de ver de nuevo juntos, y por primera vez como matrimonio, a la pareja formada por Elizabeth Taylor y Richard Burton, que había iniciado su idilio durante el rodaje de Cleopatra, Castillos en la arena (The Sandpiper) se encuentra a menudo (y sorprendentemente) citada como una de las peores películas de Vincente Minnelli, lo que no impide que cuente con un reducido aunque irreductible número de defensores, entre los cuales me encuentro.
A nivel temático, pocas películas hasta la fecha del estreno de Castillos en la arena (The Sandpiper) pueden alardear de ofrecer un discurso tan plenamente feminista como el que propone su protagonista, Laura Reynolds (Elizabeth Taylor): una madre soltera (por decisión propia) que vive junto a su hijo, alejada del mundo e inconforme con las convenciones sociales que marcan el papel que debe asumir como mujer para ser aceptada por el resto de la comunidad. Un discurso que queda espléndidamente reflejado en la secuencia en la que Laura expone sus argumentos ante un Edward Hewitt (Richard Burton) cada vez más dubitativo en sus certezas, y que Minnelli plasma de manera magistral en el plano de los dos personajes en la playa con, al fondo, una enorme formación rocosa con una apertura en el centro por la que vemos entrar el oleaje de un mar embravecido el sólido muro de creencias sobre el que se asienta la vida de Edward resquebrajado por el torrente de emociones que le provoca Laura Reynolds. Una idea que ya se avanza desde las imágenes del oleaje de mar de fondo sobre las que aparecen los créditos iniciales de la película). Y es que centrándonos en los aspectos formales, Castillos en la arena (The Sandpiper) es todo un alarde de puesta en escena, basada principalmente en cuatro elementos principales: la composición, el movimiento de los personajes, el uso de los espacios y el cromatismo.
Una buena película se merece una mejor banda sonora, y en el caso de The Sandpiper esta labor queda bordada con la canción “The Shadow Of Your Smile” original de Johnny Mandel y Paul Francis Webster.
Un día caminábamos por la arena
Un día, a principios de la primavera, sostenías un pájaro entre las manos para reparar su ala rota.
Ahora recordaré muchos días y muchas millas solitarias. El eco de la canción de un pájaro. La sombra de una sonrisa.
La sombra de tu sonrisa
cuando tú te hayas ido
coloreará todos mis sueños
e iluminará el amanecer.
Mira mis ojos,
mi amor, y observa
todas las cosas encantadoras que tú eres para mí.
Nuestra pequeña y melancólica estrella
Estaba tan lejos… demasiado alta.
Una lágrima besó tus labios
y yo también lo hice.
Ahora, cuando recuerde la primavera,
toda la alegría que el amor puede traer,
estaré recordando.
La sombra de tu sonrisa…
Muchas versiones se han hecho de ella, pero podríamos destacar las de ANDY WILLIAMS, TONY BENNETT, FRANK SINATRA, su hija NANCY SINATRA y ASTRUD GILBERTO (aún sabiendo que me dejo muchas y muy buenas sin mencionar).
«Wild is the wind» es una canción escrita por el compositor ucraniano de bandas sonoras Dimitri Tiomkin. La canción fue grabada originalmente por Johnny Mathis para la película homónima de 1957 dirigida por George Cukor e interpretada en sus papeles principales por Anna Magnani, Anthony Quinn, Anthony Franciosa. Lo mejor de la película es la música de Dimitri Tiomkin especialmente la canción «Wild is in the wind» que abre la película, interpretada por Johnny Mathis.
En 1959, la cantante y compositora Nina Simone graba una versión muy particular. Frente a los 2 minutos y medio de la versión original, Nina Simone se atreve a mantener la tensión hasta los 7 minutos.
En 1976, otro camaleón de la música, David Bowie, graba una versión de Wild is the wind para su álbum Station to Station.
David Bowie era un admirador del estilo de Nina Simone, y después de conocerla en Los Angeles se inspiró en ella para grabar su propia versión acompañado de una guitarra eléctrica con efectos de ecualización acústica, bajo y batería.
Love me, love me, love me, love me
Say you do
Let me fly away
With you
For my love is like
The wind
And wild is the wind
Wild is the wind
Give me more
Than one caress
Satisfy this
Hungriness
Let the wind
Blow through your heart
For wild is the wind
Wild is the wind
You
Touch me
I hear the sound
Of mandolins
You
Kiss me
With your kiss
My life begins
You’re spring to me
All things
To me
Don’t you know you’re
Life itself
Like a leaf clings
To the tree
Oh my darling,
Cling to me
For we’re like creatures
Of the wind
Wild is the wind
Wild is the wind
You
Touch me
I hear the sound
Of mandolins
You
Kiss me
With your kiss
My life begins
You’re spring to me
All things
To me
Don’t you know you’re
Life itself
Like a leaf clings
To the tree
Oh my darling,
Cling to me
For we’re like creatures
In the wind
And wild is the wind
Wild is the wind
Wild is the wind
Wild is the wind
Wild is the wind
“Todo se encuentra en constante cambio pero la fotografía puede preservar el instante” (Carsten Witte)
Aprovecha tu belleza porque pronto esta podría desaparecer. Así la serie «Intuition» del fotógrafo alemán Carsten Witte nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la belleza corporal. Sin embargo, para mí y en concreto la imagen de cabecera, me trae a la memoria las pláticas que, bajo el lema “Descubriendo la vida”, nos dedicaban aquellos miembros de la congregación religiosa en la que mis padres habían decidido mi formación (¿?)
“Mis queridos alumnos, tengan siempre presente que detrás de los labios de la mujer… se encuentra la dentadura”. Y conseguían lo que parecía imposible, que se le enfriase la sangre a unos adolescentes incapaces de templar las hormonas.
(A la memoria del hermano Lucio)
CARSTEN WITTE. SERIE INTUITION. ARCHIVO COMPARTIDO / SHARED FILE
Llegadas estas fechas, se acababa el colegio y comenzaba el tiempo de verano. Los amigos del barrio nos reuníamos en la calle, lejos de la vigilancia de padres y profesores. Acercarnos hasta el río para zambullirnos era una de nuestras diversiones favoritas. Un año convencimos al señor Villeta que regentaba un taller de reparación de automóviles, para que nos regalase una cámara de las que llevaban los camiones en el interior de las ruedas. Como los tiempos eran difíciles, nos dio una usada, pero para nosotros era perfecta. La hinchamos hasta que soportase sin dificultad nuestro liviano peso y nos fuimos con ella al río, donde nos sentíamos como marineros en su goleta.
Siempre estuvimos atentos tratando de encontrar a “La Sirena del Rulo”, pero hasta la fecha sólo existió en nuestros sueños…
Poco se encuentra de este autor. Algo aquí, con reminiscencias de la película «Sin City»
Desgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
…¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris…!,
¡el agua en tus cabellos!
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
ANTONIO MACHADO
Bert Stern, (Brooklyn, 3 de octubre de 1929 – Manhattan, 26 de junio de 2013)) fué la última persona que retrató a Marilyn Monroe, recuerda el impacto profesional y emocional que tuvo la sesión de su vida. Todo un festín erótico que no gustó a ‘Vogue’ en su día, hace ahora 50 años. «Olvidé que estaba casado. Estaba enamorado», confiesa. «Era mucho más guapa de lo que esperaba».
Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas, él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, «hermosa, trágica y compleja», que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.
Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. «Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado», explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.
Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la -por qué no- mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. «Es mi sesión más popular», repite incansable. «No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe».
Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. «Tenía una llamada de mi secretaria. ‘Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio’. Hice las maletas».
Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. «Necesitaba descubrir algo no capturado», cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, «estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella». Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. «Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba».
El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras («una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento») y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. «¿Estás de broma?», replicó ella. «¡De todo el que queramos!». «Ya es mía», pensó Stern. Fotográficamente hablando.
Él le enseñó los complementos. «¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?». «Es una buena idea», dijo él, dudando si Monroe aceptaría. «No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo». «¿Cuánto podrás ver?», inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció «una idea divina». Y descorcharon el Dom Pérignon.
Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. «Estaba llena de ideas», asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. «Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro…Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho».
Pero Stern no probó nada. «No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos», rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. «Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner. De su propio maquillaje». De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. «Música de aquella época».
Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.
Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.
«Su belleza estaba en su espíritu», explica él, con voz serena. «No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe».
Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. «Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera», narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.
Espléndida película, una comedia romántica con un acertado tono realista y costumbrista, que posee también un punto nostálgico y melancólico. Un leve toque dramático y con un reparto donde todos están bien en su papel. El miedo al compromiso, al amor y al futuro son los temas fundamentales de esta generación de jóvenes con los que nos identificamos.
(Clic en la imagen para ver el videoclip)
Fotografías de GEORGY CHERNYADYEV
Maestro del retrato y de la edición fotográfica.
Como muestra un pequeño ejemplo de su página web: «Before and after«
VIDEOCombina con la música de YANN TIERSEN ·»Kala». Álbum – Les Retrouvailles (2.005)
Nota al margen:
“…Tuve la gran fortuna de conocer su interior, aunque tiene caminos privados, lo poquito que conozco me encanta.
Me chifla su forma de ser, un poquito bohemio, sabio, inteligente, buena persona y muy buen profesor…” (A.M.)
Fascinante escena de Mia Goth en la película A Cure for Wellness (Año2017)
País: Estados Unidos
Director Gore Verbinski
Guion: Justin Haythe, Gore Verbinski
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Bojan Bazelli
Reparto: Dane DeHaan, Jason Isaacs, Mia Goth, Susanne Wuest, Celia Imrie, Lisa Banes, Adrian Schiller, Ivo Nandi, Natalia Bobrich, Johannes Krisch, Jason Babinsky, Judith Hoersch, Jeff Burrell, Eric Todd, Godehard Giese, Craig Wroe