Llegadas estas fechas, se acababa el colegio y comenzaba el tiempo de verano. Los amigos del barrio nos reuníamos en la calle, lejos de la vigilancia de padres y profesores. Acercarnos hasta el río para zambullirnos era una de nuestras diversiones favoritas. Un año convencimos al señor Villeta que regentaba un taller de reparación de automóviles, para que nos regalase una cámara de las que llevaban los camiones en el interior de las ruedas. Como los tiempos eran difíciles, nos dio una usada, pero para nosotros era perfecta. La hinchamos hasta que soportase sin dificultad nuestro liviano peso y nos fuimos con ella al río, donde nos sentíamos como marineros en su goleta.
Siempre estuvimos atentos tratando de encontrar a “La Sirena del Rulo”, pero hasta la fecha sólo existió en nuestros sueños…
Poco se encuentra de este autor. Algo aquí, con reminiscencias de la película «Sin City»