Mi selección de fotografías de STÉPHANE LÉPINE, inspirado por «Song to the Moon» de la ópera Rusalka de Antonín Dvoräk, interpretada por la soprano ANNA NETREBKO
Una hermosa noche de verano, las ondinas juegan en un lago del bosque y bromean con el viejo espíritu de las aguas. Sin embargo, una no está completamente entregada al juego: Rusalka ama al príncipe que va a cazar con frecuencia a ese lugar, el cual no puede verla porque es invisible a los ojos humanos. Rusalka anhela tener un cuerpo humano y vivir la vida de una mujer. El espíritu de las aguas intenta inútilmente disuadirla. Rusalka recurre a la bruja, que puede cumplir su deseo pero que le impone una condición difícil: enmudecer. Sin embargo, nadie puede disuadirla de su deseo. Y así, el príncipe, que se ha enamorado de ella, la lleva a su castillo. Pero su amor se enfría poco a poco, pues no puede entender a la extraña mujer, bella y siempre silenciosa. A una princesa le resulta fácil llamar la atención del príncipe. El espíritu de las aguas, que no puede soportar más el sufrimiento de Rusalka, se la arrebata al príncipe. Sólo entonces comprende éste que ha amado a un ser del reino de los espíritus. Su deseo despierta otra vez y envía mensajeros para que encuentren a Rusalka. Esta vagabundea desesperada; ha sido desterrada del reino de las aguas; no puede y no quiere volver al reino de los hombres. La bruja le sugiere una solución: si mata al príncipe quedará redimida y podrá volver a las profundidades del lago. Pero Rusalka sigue amando al príncipe y, cuando éste llega por fin, enfermo de nostalgia, al borde del lago, la ondina quiere salvarlo. El príncipe sabe que el beso de Rusalka se ha vuelto mortal para él, pero anhela ese final. Muere en el instante más dichoso de su vida.
Fuente: Diccionario de la Ópera de Kurt Pahlen